Por Gabriel Trujillo Muñoz
Si hoy vemos a Baja California como un centro cultural de primer orden, como una entidad donde el arte, en todas sus manifestaciones creativas, se impone a nivel nacional e internacional, debemos también reconocer sus faltantes. Es indudable que la infraestructura cultural ha crecido desde 2001 en adelante con centros de artes en Mexicali, Ensenada y el próximo en Tijuana, pero hay tareas pendientes que la comunidad artística debe comenzar a trabajar de inmediato. Una es la investigación histórica y la reflexión estética sobre las artes que aquí realizamos. Otra es el recuento de la producción creativa de los últimos tiempos.
En este rubro hay que hacer algunas precisiones: la generación de artistas bajacalifornianos surgida en los años ochenta y entre cuyos representantes estaban Sergio Gómez Montero, Óscar Hernández, José Manuel DiBella, Humberto Félix Berumen, Leobardo Sarabia y yo mismo, nos dimos a la tarea de compilar, antologar, reunir y conjuntar numerosas publicaciones (entre libros, memorias y revistas monográficas) dedicadas a ser muestrarios de la literatura que se hacía en su momento, como escaparates de las distintas vías imaginativas de los escritores que creaban y residían en nuestra entidad de 1980 en adelante.
De estos esfuerzos nacieron obras como antologías de poesía como Parvada (1985) y Un camino de hallazgos (1992), de narrativa como Tierra natal (1987) o En la línea de fuego (1990) y de aspectos generales de la literatura como Lecturas de Baja California (1990) y las distintas memorias de los encuentros de escritores binacionales de 1987, 1989 y 1990. En 1992 salió Remontar el oasis, donde aparecía una nueva generación de escritores mexicalenses, el más joven de los cuales era Jorge Ortega, nacido en 1972. Desde entonces no ha salido una antología generacional que abarque a las siguientes generaciones de autores de la capital del estado de Baja California.
Pero eso acaba de cambiar con la aparición de La palabra en el desierto. Poetas jóvenes mexicalenses (IMACUM-XVIII Ayuntamiento de Mexicali, 2007). Después de 15 años ha visto, finalmente, la luz pública una antología donde aparecen poetas cachanillas nacidos de 1973 a 1986, es decir, son creadores que oscilan entre los 21 y los 35 años de edad. La palabra en el desierto es un libro antologado por Karla Mora Corrales (Mexicali, 1974), una poeta, promotora cultural y licenciada en Ciencias de la Comunicación que se ha destacado por ser directora de los fanzines Sintétika y Delete, creadora, junto con otros mexicalenses, de blogs cachanillas que han recibido gran atención como Mexicaliblog.com.mx y Escribesinfaltas.com,mx, crítica de cine en el semanario Contraseña, promotora cultural en el ICBC y cuyos textos se han publicado en revistas como Tierra adentro y Blanco móvil, entre otras.
El trabajo de Karla Mora Corrales es, en La palabra en el desierto, un esfuerzo loable en dos vertientes: primero por asumirse como mediadora de su propia generación de poetas a quienes nos presenta en esta obra para que los conozcamos en sus textos representativos, esto es, asume un compromiso histórico y literario con seriedad, con criterio de rigor y aventura gozosa al mismo tiempo, ofreciéndonos poemas que, en su conjunto, crean un panorama real de la poesía cachanilla contemporánea. No es ésta una antología desmadejada, una reunión de poemas a lo que caiga, sino que representa una parte sustancial de la mejor poesía bajacaliforniana del siglo XXI. Como lo dice la propia Karla: ésta es “una apuesta inicial por la permanencia de nuestras palabras”.
Y segundo: el orden en que Mora Corrales nos presenta a estos 18 poetas nos ayuda a comprender las distintas visiones de escritores que ya están en plena madurez (desde Basilio Martínez hasta Carlos Adolfo Gutiérrez Vidal y Paula Elena Castillo) hasta otros que van comenzando pero que ya avanzan a pasos agigantados (Nylsa Martínez, Guadalupe Dávila o Diana Merchant, entre muchos otros). Un solo faltante obvio: Raúl Fernando Linares. Pero en su descargo habría que señalar que las mejores antologías lo son por su apuesta arriesgada, por su deseo no de abarcarlo todo sino de mostrar el rumbo de la creación poética de su momento. Y en este sentido, La palabra en el desierto lo logra con estimables resultados. Una generación de poetas que se distingue por ser todos oriundos de Mexicali y por compartir experiencias similares: desde los videojuegos hasta MTV, desde la urbe como centro a la poesía como crónica personal.
Es notorio que Baja California necesita esta clase de antologías para comenzar a establecer los nuevos horizontes de la creación literaria de nuestra entidad. Los jóvenes tienen la palabra y ahora podemos verlos emerger con sus acentos distintivos, con sus singulares visiones. Son autores de una generación (donde lo mismo hay abogados que administradores de empresas) que entiende que la poesía sigue siendo un lenguaje universal, una red de metáforas y significados que entre todos creamos. Karla Mora Corrales es la profeta que ahora nos ofrece la tierra prometida de una nueva poesía, de una generación de jóvenes dispuestos a regresar a la tradición o ponerse a experimentar sin restricciones a la vista. Su palabra es novedosa en todos sentidos, su desierto, en cambio, sigue siendo el mismo de siempre: una fiesta soleada a la que todos hemos sido invitados a leer, a compartir, a soñar.