Por: Ivone Morales*
En danza, Erre que Erre estrena Escupir en el tiempo. Con una asistencia total dentro del acogedor Teatro Pradillo, el Festival Escena Contemporánea inició las presentaciones de danza con el colectivo catalán que presentó, por fin y después de reajustar por un período largo las propuestas coreográficas, el proyecto Escupir en el tiempo. La obra se estrenó en la comunidad de Madrid y tira para continuar en otras comunidades de España.
La coreografía fue montada colectivamente por Susana Castro, Teresa Navarrete, Mª Ángeles G. Angulo, Mario G. Sáez, María M. Cabeza de Vaca y Guillermo Weickert, estos dos últimos como artistas invitados. Cada uno de ellos creó una parte, que se iba perfeccionando mediante ensayos, trabajos de investigación, residencias temporales en Murcia, Portugal y Francia; según me contó María M. Cabeza de Vaca, realizando así modificaciones constantes hasta decir basta, sin más cambios. Fue un producto de la naturalidad de cada uno de ellos, con la finalidad de entretener al público.
Para las bailarinas —sin duda muy profesionales— bailar en tacones presupone un riesgo, aunque, “es lo que se usa”, y según comentaba Mario Sáez, miembro del colectivo, las chicas bailan en tacones hasta dormidas y se adueñan de este complemento.
Hay que aplaudir, por otro lado, la gracia de Guillermo Weickert en su actuación. Y en sí a la agrupación que si bien, se me ocurría ver más danza, fue un poco más “baile”, con lo cual no desacreditó la idea ni mucho menos el proyecto en sí, que es una propuesta que dentro de todo está “currada”, valorada e investigada.
La trama: una fiesta, un brindis, una buena compañía, un ligue, un buen baile, música cool retro —por cierto de David Crespo— y una borrachera bien actuada. Momentos fugaces que a través de la danza hace consciente al espectador y convierte “en historia las historias que surgen en uno de esos lugares que nunca llegamos a conocer”.
El baile, la performa y un video, dieron pie a que la obra fuera entretenida, inclusive con matices de actuación graciosos y absurdos que provocaron más de una risa al público, hicieron de la noche un momento simplemente agradable. Aunque yo me enteré del final de la obra, porque el camarógrafo que estaba a un lado mío dijo: “se acabó”. Asumí que la obra tocaba su fin. Acto seguido, aplausos.
Sin embargo, un detalle logrado en la obra radicó en los cambios de una situación a otra, sin mover escenografía —una pared, una puerta, una banca, una lámpara y poco más— pero apoyados con video, los cambios musicales también tuvieron que ver mucho, y un buen y sutil manejo de la iluminación, como la de un fresner de 5 kg que se usa para tv y cine, colocado al centro del escenario que iluminaba prácticamente todo el escenario junto con otras luces poco convencionales, que al conversar con el iluminador me comentaba que ese era el objetivo, dar luz muy suavemente, sin excederse, inclusive sin excesos de efectos musicales, ni coreográficos. Fue un trabajo en ese sentido muy mesurado.
Erre que Erre tiene 12 años como colectivo, y siempre está buscando nuevas formas de expresión, un grupo con experiencia, y que ha tenido la oportunidad de presentarse, tanto en Europa como en América Latina, en específico Chile y México.
*Bailarina profesional mexicana, reside en Madrid.