La investigadora Rebeca Monroy estudia los años 20, en que las mujeres cobraron presencia por su incorporación a la vida productiva ante la falta de mano de obra
A fines de 1929, un año después de pasar a la historia como la primera Miss México, María Teresa Landa volvía a ser noticia pero en esta ocasión de la sección policíaca, la joven de apenas 18 años aparecía en fotografías, ataviada con un sensual vestido negro y medias bordadas, tratando de librar el cargo de uxoricidio o asesinato de su esposo, el general Moisés Vidal.
Para Rebeca Monroy Nasr, investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), este caso representa en sí mismo un discurso sobre la modernidad durante una época —años 20 y 30 del siglo XX— en que las mujeres cobran una presencia inusitada en la vida económica del país, ejerciendo profesiones como el magisterio u oficios de la vida nocturna en el teatro, el burlesque o el bataclán.
Con lo que denomina estudio de género mediante la fotografía, la historiadora intenta exponer “toda una época y una forma de vida acerca de la cual no se ha podido profundizar”: el periodo posrevolucionario, momento en que el Estado mexicano impulsó la inserción de la mujer en la vida productiva ante la falta de mano de obra masculina.
La aparición de las jóvenes en medios impresos, concretamente en imágenes, da cuenta de un “asalto” de su corporeidad, sus formas y sus actitudes. “Para 1921, aumenta a 16 mil el número de maestras, el hecho de que existiera un grado importante de analfabetismo, brinda un público ávido de imágenes, y aquí la foto tiene un lugar muy destacado”.
Luego de escribir Historias para ver: Enrique Díaz, fotorreportero (2003), Monroy Nasr se percató de que en el acervo Díaz, Delgado y García, resguardado en el Archivo General de la Nación (AGN), existe un buen número de imágenes en que aparecen las mujeres insertas en la vida nocturna, e incluso, rindiendo declaración ante juzgados populares.
Pero estos juicios en que se solía recurrir particularmente a dos abogados defensores: Querido Moheno y José María Lozano, se realizaban por un cargo “poco común”: uxoricidio o asesinato del cónyuge o amante. Delito por el que además, era habitual que salieran absueltas.
La especialista explicó que si bien para ese entonces ya existía el divorcio como recurso legal, “el país apenas salía de un periodo de enfrentamiento, era común que las diferencias se resolvieran a punta de balazos", y eso ocurría en todos los estratos sociales.
“Para Aurelio de los Reyes, las autoviudas son ‘vengadoras del destino femenino’. Esta frase dibuja toda una actitud para los años 20 del siglo pasado, por parte de estas mujeres que se ganan la vida, que salen del seno familiar y de una educación porfirista muy férrea, y que de pronto se enfrentan con pocos recursos a situaciones anómalas. Entonces hacen uso de lo que tienen a la mano: la violencia.”
El caso Landa: un discurso sobre la modernidad
Aunque existen absoluciones célebres como las que lograron María del Pilar Moreno y Nidia Camargo, precisamente acusadas de uxoricidio. Rebeca Monroy señala que el proceso de María Teresa Landa es único en la medida que su delito partió del honor ofendido, y no necesariamente por maltrato físico, psicológico, o condiciones de miseria.
Tras regresar de Galveston, Texas, donde se celebró el concurso internacional de belleza, Landa decidió aceptar la propuesta matrimonial que previamente le hiciera el general Moisés Vidal. Debido a la represión ocasionada por la Cristiada, el enlace se llevó a cabo en secreto, siendo un hermano del propio militar, quien ofició la misa.
Pese a la molestia de los padres de ella por esta situación, la pareja vivió un tiempo en casa de éstos, en el Centro Histórico de la ciudad de México. La tragedia se desató una mañana durante el desayuno, cuando el general Vidal le impidió a María Teresa leer el periódico, alegando que “una mujer de su altura no necesitaba de eso”.
Intrigada, la reina de belleza tomó el diario en un descuido de él, y leyó una nota en que se acusaba de bigamia a su supuesto marido. Indignada, tomó el revolver del general, y a su regreso disparó el arma seis veces, balas que entraron de lleno en el cuerpo del cónyuge.
“El personaje de María Teresa Landa, por sí mismo, es muy interesante y sale del canon de las otras mujeres. Era de clase media alta, cursaba la carrera de odontología, e incluso, en una entrevista para Jueves de Excélsior se asume como feminista; pero también se dibuja como una mujer moderna, grácil e ingenua.”
En su investigación, cita Monroy Nasr, “quiero exponer cómo transcurre el juicio y cuál es la presentación de ella, María Teresa Landa, porque su corporeidad de cuando gana el concurso de Miss México en 1928, a un año después cuando está en el juzgado, es muy diferente.”
“Aunque es orgullosa y va impecablemente vestida –como recurso de seducción del que se vale su defensor, el licenciado Lozano–, algunas fotografías nos revelan momentos de quebranto, su cuerpo ya no responde a las exigencias. Cabe mencionar además que este juicio marca el fin del juzgado popular instaurado en el gobierno de Venustiano Carranza, muy al estilo norteamericano”.
Otro punto de análisis en el estudio de Monroy será el propio discurso de José María Lozano, una exposición que duró 5 horas y que en todo momento refiere a la inteligencia y liberalidad de María Teresa Landa, un discurso que, a su vez, fue utilizado en contra de la acusada.
“Es muy interesante porque finalmente es el encuentro de un discurso sobre la modernidad, en defensa de alguien que hizo de ésta, la modernidad, su bandera. Obviamente –concluyó Rebeca Monroy–, María Teresa Landa acabó sus días sola, dando clases de Historia en la Preparatoria 1, y se sabe que tenía predilección por los temas relacionados con mujeres”.