martes, marzo 04, 2008

Una diosa revela sus secretos



* Nuevos hallazgos arqueológicos asociados al monolito de la diosa azteca Tlaltecuhtli en el Templo Mayor

Nueve ofrendas con múltiples objetos, entre los que destacan cuchillos de pedernal, cuentas de piedra verde y esqueletos de aves rapaces, entre otros, fueron descubiertas recientemente en torno al monolito de la diosa Tlaltecuhtli, como parte de las excavaciones arqueológicas que realiza el Proyecto Templo Mayor en el predio Ajaracas-Campanas, del Centro Histórico de la Ciudad de México.

Se trata de depósitos rituales asociados a la gran escultura de la deidad terrestre, los cuales han sido hallados desde marzo del 2007 a la fecha, en las porciones central y suroeste del predio. Con estos descubrimientos, suman ya 147 las ofrendas recuperadas en los últimos 30 años por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en el marco del Proyecto Templo Mayor.

El director de este programa de investigación científica, Leonardo López Luján, dio a conocer que hasta el momento sólo se conoce el contenido de seis de las nueve ofrendas, toda vez que las últimas tres se detectaron en fechas muy recientes. Éstas serán exploradas en las semanas siguientes, conforme avancen las excavaciones.

“Con estos hallazgos hemos podido definir dos áreas de depósitos rituales. Por un lado, la suroeste, relacionada al piso de la plaza, donde se encontraron dos varios conjuntos de ofrendas, algunas asociadas directamente al monolito”, precisó el arqueólogo, quien destacó que tan sólo en una de las ofrendas se han recuperado hasta el momento más de 600 objetos.

López Luján, quien el pasado 1 de marzo impartió la conferencia Excavaciones arqueológicas recientes en el área del Templo Mayor, como parte de las actividades académicas organizadas por el 30 aniversario del hallazgo de la Coyolxauhqui, mencionó que el descubrimiento de las nueve ofrendas ocurrió en el marco de la séptima temporada de campo, que inició en marzo del año pasado y podría concluir en 2009 ó 2010.

“Una de las ofrendas más ricas e interesantes es la 120, donde la arqueóloga Osiris Quezada y su equipo han registrado hasta ahora una vasija Tláloc, 335 cuentas de piedra verde, 87 cuchillos de sacrificio de pedernal, seis punzones de hueso, una máscara-cráneo y 67 piezas de copal, entre otros objetos".

Por su parte, las biólogas Norma Valentín y Aurora Montúfar han identificado también los esqueletos de 12 águilas reales, dos ibis pico de espátula (aves zancudas de tamaño mediano y con el pico arqueado hacia abajo), un lobo, así como semillas de algodón, chía, amaranto y calabaza, detalló.

Asimismo, continúo, en el espacio donde se localizó en octubre del 2006 el monolito de la diosa Tlaltecuhtli, el equipo de la arqueóloga Ximena Chávez hizo el hallazgo de la ofrenda 121, la cual contenía barras de copal, punzones de hueso para el autosacrificio, cuentas de piedra verde, plumas carbonizadas y abundantes restos de pencas de maguey. “Este depósito ritual fue hallado en la entrada que se localiza al oeste del monolito y que pudiera conducir hipotéticamente a un depósito funerario“, aseveró.

“Por el contexto en que fue encontrada la urna 121, es claro que fue colocada cuando se ingresó por última vez a este espacio subterráneo y se selló la entrada de manera definitiva. Los objetos que componen el depósito nos indican que en esa ocasión se hicieron ofrendas de sangre y copal”, indicó el arqueólogo.

Sobre el significado de estos hallazgos correspondientes a la VI etapa constructiva del Templo Mayor, comentó que datarían del reinado de Ahuítzotl (1486-1502 de nuestra era).

En busca del sepulcro de Ahuítzotl

Por lo que respecta a la excavación del hueco que hay en el sitio que ocupaba el monolito de Tlaltecuhtli y que podría esconder una cámara funeraria, López Luján señaló que la tarea comenzó hace unas semanas luego de la conclusión exitosa de la perforación de varios pozos que permitirán abatir el agua fréatica que impera en el subsuelo.

“El máximo obstáculo de las labores arqueológicas en el Centro Histórico, desde 1790 hasta nuestros días, ha sido la presencia de un manto freático muy superficial y que además está contaminado con aguas residuales. Hay que recordar que trabajamos en una antigua cuenca lacustre, exactamente en el corazón de la isla de Tenochtitlan-Tlatelolco”, acotó.

Luego de que el pasado 5 de noviembre se trasladó la escultura de Tlaltecuhtli a la calle de Argentina para iniciar su restauración integral, y haber controlado el problema del nivel freático, el equipo de arqueólogos del Proyecto Templo Mayor, retomaron las excavaciones en este punto.

“Estamos removiendo gran cantidad de piedras de relleno que se encontraban bajo el monolito y se registra con todo detalle cómo fue que la escultura se colapsó hacia el centro de la cavidad”, refirió López Luján, “estamos muy optimistas, pues en los próximos meses estaremos en condiciones de corroborar o refutar la hipótesis que hemos planteado conjuntamente con el profesor Eduardo Matos Moctezuma, la cual plantea que el monolito es una lápida funeraria y cubre el sepulcro del octavo soberano mexica, Ahuítzotl”.

Asimismo, el investigador del INAH comentó que “con el uso de varias antenas de georadar y un resistivímetro, se ha confirmado la existencia de importantes anomalías bajo el monolito y en torno a la entrada que se encuentra inmediatamente al poniente. Esto se habrá de corroborar por medio de excavaciones para determinar si los datos arrojados corresponden o no a varios espacios funerarios que se localizarían a unos cuantos metros bajo la escultura”.

“Al parecer no sería una sola cavidad, sino un conjunto de tres o cuatro cámaras, aunque esto es una mera especulación. El geofísico Luis Barba ha calculado que el techo de estos espacios se encuentra a 2.5 metros de profundidad y que probablemente cada espacio tendría una altura de 2 metros”, abundó López Luján, al tiempo de considerar que los datos que da la geofísica y el hallazgo de ofrendas, son evidencias sólidas que apuntan a que debajo hay un gran depósito funerario.

“De cualquier manera seguiremos siendo cautos hasta no estar cien por ciento seguros. De hecho, nos enfrentamos a tres escenarios posibles: que no haya absolutamente nada; que se encuentren ricas ofrendas similares a las encontradas con las esculturas de Coyolxauhqui, el chacmool o las cabezas de serpiente; o que se trate de un sepulcro de un alto dignatario mexica. Cualquiera de estos casos tendrá un importante valor documental a nivel científico”, advirtió.

De acuerdo con las fuentes históricas del siglo XVI —añadió—, las exequias de los gobernantes mexicas implicaban también el sacrificio y entierro de mujeres y servidores, además del depósito de grandes ofrendas funerarias en el interior de cámaras. “Eso nos dicen las crónicas. Sin embargo, nunca se ha explorado un contexto de esta naturaleza. Por ello, en caso de detectarse una tumba, se estaría contrastando la información histórica con el dato arqueológico”, concluyó López Luján.