Notas del Puerto
Por Marcela Danemann
marceladanemann@yahoo.com
* La participación empresarial en el sector cultural no sólo es útil para reforzar las estrategias de comunicación integral e imagen corporativa, sino un nicho que puede resultar un buen negocio
Esta vez sí se me acumuló demasiado material para leer en mi mesita de noche. Aparte de los libros, mi carpeta rotulada “material de interés” ya estaba lo suficientemente abultada como para que le diera prioridad, y empecé por desmenuzar un interesante artículo que me recomendó un amigo artista plástico que radica en la Ciudad de México. Viniendo de quien venía, la sugerencia fue casi una orden para mí, y hace días que busque la edición digital de la revista Letras libres para localizar e imprimir la nota en cuestión: “Los empresario y la cultura”. Efectivamente, soy integrante de esa mitad de personas a quienes no nos gusta para nada leer desde la pantalla de la computadora y preferimos imprimir en papel, subrayar, y hacer anotaciones al margen.
Pero volviendo al artículo, lo comparto hoy en estas notas porque una vez más, la mirada crítica del ensayista y poeta Gabriel Zaid permite reflexionar sobre un renglón del que si bien se habla mucho está aún inexplorado en el campo de la cultura.
Básicamente, Zaid ofrece una serie de fundamentos y buenas razones para abrir los ojos al sector privado mexicano respecto a la implicación empresarial en el sector cultural como un buen camino no sólo para reforzar las estrategias de comunicación integral e imagen corporativa, sino además como excelente instrumento de mejoras en el tratamiento fiscal.
La relación entre los sectores empresarial y cultural sabemos que está bien afianzada en muchos países. Aunque algunos expertos en la materia son detractores absolutos de la ley de mecenazgo es real que aquellos países que han podido instalar este instrumento perciben como real la posibilidad de contemplar incentivos para que particulares y empresas inviertan en cultura y arte a cambio de reducciones impositivas.
En muchos otros, falta camino por recorrer y según palabras de Gabriel Zaid “… en el mundo cultural, no abundan las iniciativas empresariales, porque hacer negocios está satanizado. En el mundo empresarial, no abundan las iniciativas culturales, porque los negocios culturales son mas difíciles que los otros, y porque la tradición de mecenazgo se vino a menos…”.
Más adelante, despliega otra reflexión importante respecto a lo que cada empresario puede hacer como su aporte a la cultura. En este sentido, parecería que el consejo de Zaid parte de la base de que un “hombre de negocios” debe estar comprometido no sólo con su fin específico (estrictamente lucrativo-empresarial) sino también con sus empleados y la comunidad en general, y en este segmento el conocimiento y disfrute de la cultura en sus distintas expresiones debe ser considerado como parte de su desarrollo personal y el de su entorno. Así, se podría considerar muy motivador para un empleado, que su empresa planee otorgarle como beneficio —sumado a su salario— la inscripción en un taller literario, la compra de boletos para disfrutar de una temporada entera en la ópera o su inclusión en un programa de capacitación que incluya, por ejemplo, talleres de historia del arte.
Y para asesorar a estas empresas o para crear micro-emprendimientos de carácter cultural que resulten atractivos urgen también profesionales de la cultura. O mejor aún, consultoras o como el mismo Gabriel Zaid propone, “incubadoras que pudieran crearse para apoyar las iniciativas de independencia cultural, o para dar servicios de asesoría a empresas culturales”.
Recordé inmediatamente, que aquí en el puerto de Ensenada el puntapié lo está dando el Programa EmpreSer, que si bien nació en el Centro Empresarial de Mexicali (Coparmex), se convirtió hace unos años en asociación civil instalándose también en otras ciudades, apoyada por cámaras y universidades, y que asesora a todos quienes estén motivados en la creación de una empresa cultural formalmente estructurada. Y esto de dirigirse al sector cultural es relativamente nuevo, y desconozco si ya alguien ha utilizado este servicio gratuito, pero entiendo que puede ser muy beneficioso al momento de estructurar el plan de negocios o intentar fuentes reales de financiamiento.
En verdad comparto estas iniciativas, así como otras de las “ideas sueltas” que Zaid expresa en este ensayo sobre "los empresarios y la cultura", como por ejemplo el diseño de software específicos para potenciar la administración de empresas culturales.
Ahora que lo pienso, no me extraña que mi amigo escultor (el que me aconsejó la lectura del artículo de Zaid) se interese por este tipo de materiales y los vaya recomendando. Porque en la actualidad, muchos jóvenes creadores emulando al mismísimo Rubens (reconocido por ser un experto en el arte de vender su propia obra), unen su condición de artistas con las de hombres de negocios, relacionistas públicos e inclaudicables buscadores de su propio mecenas que le permita… digamos… seguir creando y vivir del arte.
Para leer el artículo completo: "Los empresarios y la cultura", de Gabriel Zail, aparecido en Letras libres, editorial Vuelta, noviembre 2007 o en el link: http://www.letraslibres.com/index.php?art=12460