martes, marzo 25, 2008

Inaceptable violencia contra emos

* Es necesario evitar que se repitan los vergonzosos acontecimientos de intolerancia contra grupos de jóvenes sólo por su aspiración de ser diferentes

Por: Dr. Alvaro de Lachica B.*

andale94@hotmail.com

La convocatoria decía: “Matando emos. Tú y yo por una Laguna sin emos. Sábado 15 de marzo en Plaza Cuatro Caminos (Torreón, Coah.) a las 7:00 pm, te esperamos para madrear a todos los emos posibles, ayúdanos a acabar con ellos, sigamos el ejemplo de nuestros hermanos de Querétaro, esperamos contar con tu apoyo”. El texto va acompañado de un fotomontaje en donde se ve un brazo sosteniendo la cabeza de un joven de apariencia “emo”.

Con este volante electrónico, diferentes tribus urbanas (punketos, darketos, salseros, poperos, rastafaris, patinetos, rockabillies, reggaetoneros, eskatos, cholos, hippies, hiphoperos y algunos otros) pretendían reproducir en la región lagunera los actos de violencia ocurridos recientemente en otras partes de la República contra un grupo de jóvenes cuyos gustos musicales y manera de vestir, hablar, escribir y comportarse causan en algunas personas un nivel de irritación que resulta inexplicable e injustificable.

En términos generales, los emos son adolescentes generalmente muy delgados que asumen una actitud negativa frente a la vida, escuchan bandas de rock que componen canciones con letras “depresivas”, visten ropa algo llamativa de colores rosa y negro preferentemente y con el cabello cubren una parte de su rostro. Algunos se maquillan el contorno de los ojos con colores oscuros y utilizan adornos de perforación. El término con que se definen, emo, viene de la palabra emocional, ya que dicen basar toda su imagen y comportamiento en problemas emocionales.

Si usted quiere conocerlos, aquí en Ensenada se refugian por las tardes en la placita que se encuentra frente al Sanborn’s (Plaza Marina). Sin embargo, esta clase de refugios parece que son itinerantes. Lo que para el conservadurismo político se trata sólo de un baldío cultural, para los mercadólogos es el espacio temático de la antiaspiración; para los arquitectos posmodernos es un espacio-basura; para el conservadurismo moral es una isla conquistada por depravados; para los liberales bienpensantes es un zoológico humano; para los transeúntes y usuarios, es un mal necesario.

Difícil comprender ese arranque de violenta intolerancia. Todavía si se hubiese dado un encuentro a madrazo limpio entre los chuchos y los peje-bejaranistas, uno lo habría entendido, dado el rencor fraterno que se profesan ambos grupos perredistas, rencor que podría incrementarse en los próximos días, una vez que se resuelva —si es que se resuelve— el resultado de sus elecciones internas. Sin embargo, no encuentro el porqué del aborrecimiento irracional contra esos chavos más bien pacíficos que son los emos.

Se puede estar de acuerdo o en desacuerdo con la forma de vestir, hablar o comportarse de cualquier persona. Puede cuestionarse la coherencia de su pensar con su actuar, la fortaleza o debilidad de sus argumentos, la profundidad o superficialidad de su discurso. Puede entablarse una discusión respecto a esta o aquella postura ideológica, sobre tal o cual moda. Pero agredir al que es diferente por el simple hecho de serlo o por considerar que está equivocado es acto de barbarie y el que lo comete, legitima esa violencia contra sí mismo. Yo no comparto la forma de pensar o de actuar de los emos ni sus gustos, pero eso no me da ningún derecho a perseguirlos o atentar contra ellos.

Hoy es difícil aún saber todo lo que hay detrás de este frente violento contra un grupo de jóvenes que, como todos los adolescentes, han adoptado una moda o postura, más o menos superficial que otras, más o menos extravagante que las demás. Pero mientras se van revelando los orígenes de este odio, es necesario que autoridades y ciudadanía trabajen para evitar que los vergonzosos acontecimientos de Querétaro, Durango y Ciudad de México se reproduzcan en nuestra región. Podemos empezar por llamar a las cosas por su nombre: estamos frente a actos flagrantes de discriminación e intolerancia.

Y la discriminación y la intolerancia, según nuestras leyes, no deben tener cabida en este país.

Ante esta desalentadora perspectiva, se hace necesario que los mexicanos volvamos la mirada hacia formas más positivas de convivencia social. Debemos emprender sin demora, el camino hacia la democratización de la vida cotidiana. Necesitamos con urgencia de una organización política alternativa, transversal; que practique la tolerancia, el respeto del que disiente. La única forma en que el hombre puede hablar de igualdad y legalidad, es en el reconocimiento de su pluralidad.

* El doctor Alvaro de Lachica B. es integrante de Alianza Cívica, Ensenada BC.