martes, enero 15, 2008

Murió a los 101 años Andrés Henestrosa

El escritor oaxaqueño Andrés Henestrosa murió la madrugada del viernes 11 de enero a los 101 años en la ciudad de México, informaron fuentes de la familia, debido a complicaciones de su estado de salud.

Autoridades culturales rindieron un homenaje póstumo en el Palacio de Bellas Artes al escritor de origen zapoteco, lengua que habló hasta que tenía 15 años de edad.

Un mes atrás, Henestrosa había sido distinguido con el Doctorado Honoris Causa por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) por su trayectoria humanista y su defensa de la cultura indígena zapoteca del estado de Oaxaca.

Henestrosa era uno de los más importantes autores indigenistas, con investigaciones lingüísticas en Estados Unidos, y creador de un alfabeto y vocabulario zapoteco.

El literato no pudo acudir el pasado 13 de diciembre a la entrega del diploma que le entregó la UAM, pero su hija, Cibeles Henestrosa, agradeció la distinción en su nombre.

“Solo el quebranto de su salud impidió que mi padre estuviera hoy aquí (..), el maestro está lúcido, pero enfermo”, señaló entonces la hija de Henestrosa.

Además de escribir Los hombres que dispersó la danza (1929), el libro que lo lanzó a la fama, Henestrosa es autor de las obras Los caminos de Juárez (1967) y De Ixhuatán, mi tierra, a Jerusalén, tierra del Señor (1975), entre otras. Fue además colaborador habitual de varios periódicos mexicanos.

Durante el ssepelio del escritor, una banda de viento, tres cantantes, un par de vates populares, el poeta Alí Chumacero y decenas de personas dieron el último adiós al escritor Andrés Henestrosa, cuyos restos fueron sepultados el domingo pasado en el Panteón Francés de la Ciudad de México.

En uno de los varios momentos climáticos del sepelio, alguien gritó en honor del escritor fallecido:“¡Viva el maestro Andrés Henestrosa!, ¡viva el maestro de las letras castellanas!, ¡viva el hijo más grande de nuestra tierra zapoteca!” Y tres ecos de vivas no se hicieron esperar en cada uno de esos exhortos.

Incluso su hija Cibeles Henestrosa tuvo que pedir un poco de orden para poder indicar en qué posición debía quedar el ataúd del escritor, para agradecer la solidaridad de todos quienes acompañaron a la familia en estos días de luto y para decir unas últimas palabras de amor a su padre.

Cibeles le dijo a Henestrosa que con su cuerpo devolvía a la tierra el tributo de la vida, de la arcilla con que fue hecho. “Nos dejas un vacío, pero también muchas enseñanzas, una forma de vivir, una moral, una ética, el amor por nuestra tierra, por nuestras tradiciones, por nuestros semejantes”.

Y le pidió a su madre “doña Alfa”, sepultada en 1995 en el mismo mausoleo familiar, que, según las tradiciones zapotecas, recogiera y guiara a su padre en el camino que ya emprendió.