martes, enero 15, 2008

El cuerpo y la mente, el marco y el cuadro

* Una parábola para meditar al respecto

El Curso de Milagros nos invita a que reflexionemos en lo siguiente:

“¿Quién colgaría un marco vacío en la pared y se pararía delante de él contemplándolo con la más profunda reverencia, como si de una obra maestra se tratase?”

Suena absurdo, y sin embargo, eso es lo que hacemos cada vez que nos vemos como un cuerpo, o vemos a quienes nos rodean como cuerpos.

Somos una obra maestra y aún así, preferimos clavar nuestra atención en el marco, ya sea porque se trata de uno bastante llamativo, fastuoso, churrigueresco, o bien porque al contrario, se trata de uno desvencijado, viejo, polvoriento. Eso no importa. Importa si el marco está cumpliendo con su verdadera función: “realzar el cuadro, no realzarse a sí mismo”, según nos aclara el Curso de Milagros.

Así, la función de nuestro cuerpo --nuestro marco-- es realzar nuestra mente –nuestro cuadro--. Que nuestro cuerpo manifieste toda la belleza de los pensamientos que elegimos pensar o, por el contrario, toda su fealdad.

Así pues, nuestra mente es un tomador de decisiones aquí, en este mundo de aparentes opuestos donde para todo necesitamos elegir. Pero para elegir correctamente, debemos saber cuáles son nuestras opciones. Una es el cuerpo, el pequeño yo, el ego. La otra es lo eterno, lo intemporal, lo sin forma, lo perfecto. La otra alternativa es Dios, es la Naturaleza, es el Creador… es el Amor.

Ahora bien, sólo una de las dos alternativas es verdadera, la otra es aparente, es temporal; “tú no puedes convertir el marco en el cuadro sólo porque elijas ver el marco en su lugar”. Lo verdadero es verdad aquí y en China; hoy, mañana y siempre, o de lo contrario es falso.

Hay una realidad que no podemos cambiar, independientemente de lo que hagamos. La Luz es eterna. La oscuridad es sólo ausencia de luz. Las tinieblas pueden ocultar temporalmente a la luz, pero no pueden destruirla. Así mismo, podemos pensar en la muerte, pero no podemos hacer que la muerte destruya a la Vida.

Por ello estamos a salvo de nuestras propias elecciones. No hay por qué temer. Tan sólo hemos elegido incorrectamente. Es todo. Podemos volver a elegir. Debemos volver a elegir.

Y para recordarnos que siempre tenemos otra alternativa, incluso en la muerte de nuestro pequeño yo, se encuentra el mediador entre los dos mundos, el mundo de la Verdad y el de la apariencia: el Espíritu.

Él es el marco que el Creador colocó entre Sí Mismo y su Creación, para recordarle al Hijo en todo momento la verdad, para realzar en toda circunstancia la belleza de lo Amoroso, la grandeza del Amor del Padre.

Tal es la raíz del Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo: el Espíritu –la conciencia de la Verdad-- como marco; el Hijo –la Mente, el tomador de decisiones—como cuadro; y en el centro, en el corazón del cuadro, lo Amoroso, lo Perfecto, Dios.

Así, para continuar e ir más allá de la conclusión de la semana pasada: somos el Jinete que conduce esta cabalgadura llamada cuerpo, y conducimos por el camino de la Verdad, de lo Amoroso, si es que elegimos ser guiados por la conciencia del Espíritu, y no por la ceguera del pequeño yo.

Elijamos siempre. Después de todo eso es lo que hacemos todo el tiempo, nos demos cuenta o no. Siempre estamos eligiendo, aun cuando elijamos no elegir. Elijamos correctamente entonces. Sabremos que así es por la paz y la dicha que estemos experimentando.

Elijamos sin temor a equivocarnos. Recordemos que nuestro verdadero Ser es inquebrantable, es inmutable. Nada lo puede destruir porque nada lo puede crear.

Recordemos: la Energía no se crea ni se destruye, tan sólo se transforma.

Y nosotros somos energía. ¿Qué forma le queremos dar? Seamos los artistas que somos, logremos que nuestro marco realce toda la belleza de la obra maestra que en realidad somos. Artista y Arte se funden en uno solo entonces. Disfrutemos de esta unión indisoluble. (Alma Delia Martínez Cobián)

* Si desea conocer más acerca de Un Curso de Milagros, le invitamos a acompañarnos a las sesiones de estudio de este revolucionario libro de psicología espiritual que sigue transformando muchas vidas en todo el mundo. Las sesiones son todos los martes, a las 8 de la noche, en el centro cultural para el desarrollo humano “La Escala”. La cooperación sugerida es de $50 pesos por sesión. O si lo prefieres, los Domingos a las 10 de la mañana ofrecemos pláticas introductorias abiertas a todo público y de cooperación voluntaria. Nos dará mucho gusto que nos acompañes. Mayores informes al 607 51 63 o al 607 52 67.