Por Víctor Magdaleno*
“La supervivencia del teatro depende de su capacidad para reinventarse integrando las nuevas herramientas y los nuevos lenguajes. Si no, ¿cómo podría el teatro seguir siendo testigo de las grandes apuestas de su época y promover el entendimiento de los pueblos, si no da él mismo prueba de apertura? ¿Cómo podría jactarse de ofrecer soluciones a los problemas de la intolerancia, exclusión y racismo si, en su propia práctica, se resiste a todo mestizaje y a toda integración?”
Robert Lepage, director, actor
y dramaturgo canadiense en su mensaje
por el Día Mundial del Teatro
En ocasión del Día Mundial del Teatro, La Jornada divulgó algunos datos interesantes y reveladores, que arrojó la Encuesta Nacional de Prácticas y Consumo Culturales, los cuales resulta útil compartir con gente de las artes escénicas.
Los datos están referidos principalmente al teatro y muestran un panorama poco alentador, que se cifra, entre otras realidades lamentables, en una raquítica asistencia a espacios teatrales, que es, en opinión del dramaturgo Víctor Hugo Rascón, la mayor debilidad del teatro mexicano.
La Encuesta Nacional de Prácticas y Consumo Culturales revela, por ejemplo, que en la actualidad sólo 4.6 por ciento de la población asiste a presentaciones de teatro o danza, así como a exposiciones (pictóricas, fotográficas, etcétera). Se trata a todas luces de una minoría muy reducida si se toma en cuenta que el país rebasa los 104 millones de habitantes.
“Sólo cuatro de cada 10 entrevistados de más de 15 años de edad, es decir, 39.6 por ciento [de la muestra] manifestó haber acudido alguna vez al teatro, y únicamente 13.9 por ciento lo hizo durante 2006”, indica el estudio.
Uno de los capítulos de mayor interés que aporta esta encuesta sobre consumo cultural es el referido a las razones que aduce la gente para asistir al teatro y los principales motivos para hacerlo son, en primer lugar, el interés por los temas o argumentos de las obras, con 44.9 por ciento de los consultados. Esto indica con mucha claridad que uno de cada dos espectadores acude a ver teatro por el interés que despierta el contenido de la obra, el tema sobre el cual versa la representación, dato éste muy valioso y que la gente de teatro debe tener en cuenta a la hora de decidir qué pieza llevar a escena.
Otro de los motivos principales por los que la gente acude al teatro, según recogió la encuesta de consumo cultural, es “pasar un rato agradable”, con 42.4 por ciento; esto significa que cuatro de cada 10 espectadores consideran que el solo esparcimiento es una buena razón para presenciar una obra. Indicador igualmente valioso para dramaturgos y directores de escena.
Una tercera parte, el 28.6 por ciento, asiste al teatro atraído por el nombre de los actores, lo que explica un hecho que se ve con mucha frecuencia aquí y en la mayor parte del país y que se refiere a que las obras encabezadas por elencos muy conocidos, sobre todo a través de la televisión, son las de mayor éxito de taquilla, aunque su contenido no escape a las convenciones más comunes y se trate de un teatro completamente comercial, en el que la propuesta escénica, si la hay, es lo de menos.
Por otra parte, si aún hay alguien que dude de la eficacia de la propaganda boca a boca, ha de tener en consideación que 27.9 por ciento de los encuestados confesó que fue al teatro “por recomendación de un amigo o familiar”, dato que ratifica la fe de muchos en los mensajes cara a cara y corrobora que cuando la obra impacta en verdad al espectador, éste la recomienda a sus conocidos. Casi una ley entre la gente a la que le gusta el teatro.
No todo, sin embargo, es correr la voz y la publicidad hace su parte, pues de acuerdo con la encuesta sobre consumo cultural, los anuncios de las obras llevaron al teatro a 16.6 por ciento de los consultados, mientras que, para escarnio de los críticos, sólo el 9.5 por ciento se dejó llevar al teatro por los comentarios de la crítica.
Y como la sociedad mexicana es en una buena proporción joven, “llevar a los niños” fue la respuesta del 8.5 por ciento de los encuestados para asistir al teatro.
La encuesta puso de manifiesto también las razones esgrimidas por la gente para no acudir a los espacios teatrales, las cuales conviene desde luego conocer. Entre los motivos que enlista la Encuesta Nacional de Consumo Cultural figuran los siguientes:
Otras de las razones por las que la gente no va al teatro, o no lo hace en la cuantía que permita sostener a un conjunto creciente de individuos para dedicarse profesionalmente a las artes escénicas, es la escasez de recintos. Es decir, no se va al teatro sencillamente porque no hay a dónde ir.
Existen pocos espacios teatrales en el país y, por si no fueran insuficientes, están concentrados en media docena de ciudades. De los 556 teatros que registra el Sistema de Información Cultural en todo el territorio nacional, casi la mitad (224) se encuentra en el Distrito Federal, con 131; Tamaulipas, con 24, y Guanajuato, Guerrero y Nuevo León con 23 cada uno. Así, el promedio nacional es de 185.72 habitantes por teatro.
El panorama, como apuntamos al principio de estas líneas, resulta poco halgador: sólo una minoría asiste regularmente al teatro, y cuando una obra atrae a multitudes, de ordinario se trata de montajes adocenados e insustanciales, escenificados por elencos de telenovela; en México, los teatros son pocos, están concentrados en pocas ciudades y el costo de entrada resulta muy elevado para muchos.
Mientras tanto, las 32 universidades que imparten licenciaturas en arte dramático en el país siguen produciendo egresados. De acuerdo con el Rascón Banda, existen alrededor de 600 creadores con una obra publicada, estrenada o con un premio, de los cuales 200 radican en la ciudad de México.“Tenemos un auge en dramaturgia, en dirección, en actuación y, sobre todo, en escenografía”, sostiene el autor de Playa Azul, quien reconoce que el talento y el entusiasmo de los autores teatrales es mayor a las posibilidades de mostrarlo en el escenario y remata: el punto débil de la dramaturgia mexicana es la falta de espectadores.
Y en ello, en trabajar porque se revierta esa situación, dramaturgos, directores de escena, actores, personal técnico y todos aquellos que han unido sus vidas al teatro, junto con periodistas y críticos, pueden trabajar unidos con el objetivo de llevar más gente a las salas donde se representen obras de teatro que interpelen nuestra realidad, hagan emerger nuestras emociones y alimenten nuestra imaginación, que eso hace el teatro, pero el buen teatro lo hace, además, de forma muy estimulante y disfrutable. ¿Cómo podemos trabajar unidos en busca de ese propósito? En principio, la gente de teatro, haciendo mejores montajes, y los priodistas, escribiendo mejores notas y reseñas.
* Texto leído por el autor en el Foro “La prensa y el teatro tijuanense”, dentro del Primer Festival Tijuana Hace Teatro, celebrado el sábado 28 de marzo en el Centro Cultural Tijuana.